Acudir por primera vez al psicólogo es un paso valiente pero también complejo por todo lo que ello supone. Recibir consulta de manera online reduce muchos inconvenientes asociados a la terapia presencial, pero también genera dudas sobre el funcionamiento o la seguridad.
Hemos definido como valiente el paso de iniciar terapia porque, por desgracia, los problemas emocionales siguen estando muy estigmatizados en nuestra sociedad. Por eso, una persona que quiere luchar por recuperar su estabilidad mental, por volver a vivir la vida que tenía antes de que su problema apareciera, es una persona valiente. Porque dar un paso así y enfrentarte a un trastorno siempre es duro. Porque acudir a la consulta de un terapeuta puede ocasionar complicaciones a la hora de encajar las sesiones en nuestro ritmo de vida diario. Porque asumir que tenemos un problema y concienciarnos de que necesitamos ayuda profesional es siempre un paso heroico. Porque afrontar que nuestra decisión lleva aparejado, por desgracia, prejuicios e incomprensión por parte de determinadas personas puede resultar doloroso para los pacientes y poner el riesgo la continuación de la terapia.
En el caso de la terapia online, como la que hace posible el programa Divan, a las barreras anteriormente mencionadas debemos sumar una nueva que está relacionada con la propia modalidad de la terapia, ya que aún hoy, a pesar de que empleamos internet para todo, pensamos que la asistencia mental en línea no será igual de efectiva que una presencial. En 2018 somos capaces de comprar ropa a través de la web, de consultar los datos bancarios y pedir un préstamo, incluso de adquirir un coche, pero no nos fiamos de recibir asistencia mental por esta misma vía. Por tanto, a los baches que los pacientes que reciben atención psicológica deben sortear habría que añadir las dudas que genera la efectividad de un tratamiento que se presta por internet.
Ya hemos hablado de cómo funciona una sesión online, de las semejanzas que hay entre una virtual y una presencial, y también de sus diferencias y ventajas, que también las tiene, y son muchas. En Divan queremos que tanto los profesionales que prestan servicios especializados en salud mental como los pacientes y usuarios de dichos servicios sepan lo que supone una sesión de terapia online. Y qué mejor modo de hacerlo que a través de una persona que ha usado nuestra plataforma para contactar con un psicólogo y recibir asistencia. Por eso, para poder comprender mejor todo ello, hemos recurrido al testimonio de Nuria, nombre ficticio de una persona que se ha acercado a Divan para encontrar a un psicólogo que le ayude a tratar la ansiedad que, desde hacía meses, le impedía dormir y le provocaba nervios y tensiones diarias. De este modo, los usuarios podrán conocer de primera mano su experiencia con nosotros.
«Llevaba varias semanas con malestar en el estómago. Tenía los nervios cogidos allí y me impedían comer o relajarme. Pero cuando el estrés y la ansiedad que me generaban esos nervios afectaron a mi sueño, me preocupé de verdad. Recuerdo que sobre las once de la noche me entraba sueño, me dormía y a las dos ya estaba con los ojos abiertos. Desde ese momento, me ponía a dar vueltas en la cama, me levantaba a hacerme una tila o a caminar por el pasillo de casa para tratar de conciliar de nuevo el sueño, pero me resultaba imposible.
Así que a la sensación de nervios diaria se unió la tensión que tenía por no dormir por las noches. Era como una especie de bucle. Estaba nerviosa todo el día y cuando me acostaba, no podía dormir porque los nervios no me dejaban. Pero lo que verdaderamente me obligó a dar el paso fueron las obsesiones y miedos que comencé a tener a causa de la ansiedad. Ahí es cuando pensé que realmente debía contactar con un psicólogo.
Estuve mirando consultas y especialistas en Sevilla, donde vivo, pero mi trabajo me impedía acudir a las sesiones. Incluso llegué a contactar con algunos para preguntar si ofrecían la opción de realizar terapia los sábados, pues los viernes cerrábamos semana y rara vez salía del trabajo antes de las siete.
Soy consciente de que el trabajo que desempeño puede resultar estresante, pero es mi pasión. Estudié para ello, completé mi formación para tratar de ser la mejor, para ascender en mi empresa, y hasta ahora (tengo 47 años) siempre había podido controlar bien el estrés y el ritmo de vida frenético que llevaba y que me gustaba. Me siento muy orgullosa de lo que he conseguido y de poder contar con un compañero en casa que me ayuda a hacer la vida familiar mucho más fácil.
No había oído hablar de Divan antes. Aunque trabajo todo el día en internet, me daba miedo, casi pavor, tener que contar mis problemas y penas a una persona por la red y que esa información pudiera acabar en manos de alguien o, simplemente, saliera a la luz y afectara a mi vida laboral o a mis relaciones sociales. Por eso, la terapia online no era mi primera opción. Pero buscando en internet me topé con la web de MundoPsicólogos y allí leí consultas de usuarias y algunas experiencias de personas que hacían terapia virtual. Así que pensé: ¿por qué no leer más sobre psicología online? Y entonces llegué a Divan.
En su página web estuve informándome de cómo funciona una sesión en línea y de por qué para esta plataforma la seguridad es tan importante. Tras leer varios de sus artículos decidí dar el paso y buscar a un psicólogo que pudiera tratar mi problema. Una de las cosas buenas de este programa es que las sesiones se llevan a cabo allí, sin tener que vincular mi cuenta de Skype con el psicólogo y sin tener que dar demasiadas explicaciones. Eso fue lo que me hizo valorar dar el paso con Divan y no hacerlo con otras aplicaciones. Para mí es muy importante separar mi vida personal de la profesional y no emplear mecanismos o herramientas que uso normalmente en el trabajo para mejorar mi salud. Por eso, que la terapia se desarrolle en esta plataforma me gusta mucho.
La terapia online te da la opción de buscar profesionales que están en otra ciudad y conectar con ellos. Aunque en Sevilla haya psicólogos que ofrecían sus servicios online, al final me decanté por un especialista de Murcia que tenía muy buena fama y que era un experto en trastornos de ansiedad. Mi experiencia trabajando con él ha sido especial. La primera cita que tuvimos fue un poco informativa. Este profesional me estuvo explicando cómo trabajaba y me preguntó datos sobre mi problema: desde cuándo me pasaba, cómo me sentía, cómo era mi día a día, qué hacía los fines de semana, a qué me dedicaba, cuáles eran los síntomas que sentía, qué tipo de miedos y obsesiones se cernían sobre mi mente… Me acuerdo que al principio me daba mucho miedo dar ese tipo de información así, a alguien que no conoces de nada y por internet, pero, al cabo de varias sesiones, me he dado cuenta de que esa es la manera que tiene él de saber cuál es mi problema para poder adaptar la terapia a mi caso. Y eso me gusta. Recuerdo que me dijo: “Tienes que pensar que yo soy igual de profesional que un cardiólogo o un traumatólogo. Cuando vas a su consulta, estos médicos te preguntan qué te sucede, desde cuándo te duele o tienes ese malestar, etc. Y después te mandan otras pruebas o te recetan un tratamiento específico para tu dolencia. Pues yo trabajo igual. Necesito conocer esa información para valorar tu caso, porque, aunque se trate de ansiedad, cada paciente es diferente y sus síntomas, causas y circunstancias personales son distintas”. En ese instante pensé que tenía toda la razón. Si cuando me encuentro mal voy al médico para que me dé una solución y me prescriba algo, ¿por qué no hacer lo mismo cuando es mi mente la que me limita, la que tiene el problema?
Desde ese momento, poco a poco voy abriéndome más a él, sincerándome y contándole otros miedos que tenía guardados y que desconocía. Me gusta el clima de confianza que se genera durante cada sesión, a pesar de lo que pueda parecer en un primer momento por tratarse de un tratamiento online. Y disfruto haciendo los ejercicios que me manda, pues me ayudan a conocerme mejor, a participar en mi propia recuperación…
Sé que no se trata de un problema sencillo de solucionar y que aún me quedan muchas sesiones de trabajo, pero hablar con alguien sobre tu problema y desahogarte me está ayudando mucho a comprender la ansiedad. El camino es lento y está lleno de altibajos. Eso me lo ha dicho él, mi psicólogo, porque otra de sus virtudes es su sinceridad. No me promete una cura rápida ni milagrosa, sino un trabajo seguro, lento pero continuo para que aprenda a vivir con ansiedad y sepa cómo gestionarla. Y, conforme avancemos, pueda lograr superarla.
La disposición es absoluta. Puedo mandarle un aviso cuando necesito hablar con él para que me busque un hueco y puedo revisar la información o ejercicios que él me pasa a través del programa. Y todo ello me tranquiliza. Saber que no estoy sola, que puedo recurrir a mi psicólogo si lo necesito, hace que confíe más en su trabajo y en mi recuperación.
Normalmente, suelo conectarme con el psicólogo desde la tranquilidad de mi casa, aunque siempre me encierro en una habitación para poder hablar de manera segura y centrarme en la terapia. Y lo recomiendo encarecidamente. Con eso de que era online, al principio pensé que no pasaba nada si hablaba con él mientras preparaba la cena o terminaba de haber los deberes con mi hijo. Pero me di cuenta enseguida de que necesitaba dedicarle tiempo y atención plena a la terapia, por lo que lo mejor era hacerlo en una habitación sola, sin que nadie me molestara. Además, igual que le exijo al psicólogo que no haya nadie escuchando o que ninguna otra persona pueda acceder a lo que durante la sesión hablamos, lo lógico es que yo hiciera lo mismo. Y, por supuesto, nada de conectarme en el metro. No me parece el lugar más adecuado para contar mis problemas y que se entere todo el vagón. Yo no lo he hecho nunca y tengo muy claro que jamás lo haré. Hacer terapia online no significa que no haya que tomarse el tratamiento en serio. Y hablar yendo en el metro no me parece muy serio. No porque se haga a través de la red debemos esforzarnos menos que si se tratara de una consulta presencial. Es algo muy claro. Por eso, a pesar de la comodidad que ofrece este programa, yo recomiendo que se haga siempre en una habitación vacía, tranquila y segura.
Por último, me gustaría apuntar unos datos sobre el método de pago. Divan permite pagar a través de la propia aplicación. Así que me desentiendo también de ese problema. Cuando concierto la cita me pasan el importe de la sesión. No tengo que hacer nada más. Cuando nos reunimos y tenemos la sesión online, esta ya está pagada, por lo que me olvido de andar buscando el número de cuenta para hacerle una transferencia. Y claro está, para el psicólogo también es más cómodo, pues no tiene que andar reclamando el pago. Yo, como profesional que también soy, sé cómo pueden ser muchos clientes, así que entiendo la seguridad que les proporciona el programa, ya que realizan su trabajo como yo hago el mío y deben cobrar por ello igual que yo. Así que me parece perfecta esta opción que ofrece Divan.
Solo llevo unas pocas sesiones, pero me quedaré. Divan me ha proporcionado la confianza necesaria para poder ponerle solución a mi ansiedad de manera cómoda pero sin que ello suponga que no sea profesional ni especializada. Si hace unos meses me hubieran preguntado qué pienso de un sitio así, hubiese respondido con escepticismo. A día de hoy, y a pesar de mi corta experiencia, debo decir que la plataforma de terapia online ha superado todas mis expectativas. Y además es segura».
El testimonio de Nuria nos llena de satisfacción y nos ayuda a comprender las dudas que este tipo de aplicaciones pueden suscitar en un tema tan controvertido como es la salud. Precisamente por ello nos parece muy importante darlo a conocer, porque sabemos que hay otras personas que lo están pasando emocionalmente mal y que no tienen tiempo para ajustar horarios, personas que todavía son reticentes a usar un programa informático para hablar de sus problemas emocionales o mentales, bien porque no confían en que por medio de este canal se puedan notar beneficios con la terapia, bien porque temen que sus datos personales y sus trastornos no sean tratados con la seguridad, confidencialidad y privacidad que una aplicación de este tipo requiere.
De este modo, palabras como las que nos ha dedicado Nuria sirven para derribar muros en torno a los tratamientos psicológicos online y, de manera específica, sobre el uso de Divan como herramienta seria y profesional para el tratamiento de problemas emocionales. Y es que las ventajas, como ha comentado esta usuaria, son muchas:
- Puedes recibir terapia del psicólogo que quieras, aunque no sea de tu ciudad.
- Puedes contactar con él siempre que lo necesites.
- Tienes acceso a los ejercicios que te manda.
- Puedes leer información y opiniones sobre el profesional, así como las experiencias de otros usuarios que trabajan con él.
- Tus datos están protegidos, puesto que Divan cumple con la normativa en materia de protección de datos europeos y mantiene actualizados todos sus protocolos de actuación.
- Tienes facilidad para pagar las sesiones.
- Puedes hacer terapia desde el salón de casa, sin esperas, prisas, atascos…
- Solo necesitas un ordenador y acceso a internet.
- Es muy fácil de usar.
- Los datos que en ella se ofrecen son siempre confidenciales.
Divan ha nacido para cubrir una carencia en materia de salud mental, para convertirse en una herramienta especializada para que tanto psicólogos como pacientes puedan trabajar con seguridad y privacidad. Por eso, si sientes que no te encuentras emocionalmente bien o si hay algo que quieras potencias o cambiar, prueba la aplicación y descubre un nuevo modo de hacer terapia.